miércoles, 8 de febrero de 2012

Violeta

Sé que he tardado en hacerlo, pero era incapaz de escribirte algo antes, mi mente no lo asimilaba, de hecho, sigue sin hacerlo.
Sigo esperando encontrarte al ir a comprar el pan, con tus gafas de sol pequeñas y redondas con los cristales de color lila.
No sé si lo sabías, pero eras una pieza clave en mi vida. Tú me iniciaste en lo que ahora es una de mis grandes pasiones: la pintura.
Me enseñaste que el verde no se aclara con el blanco, si no con el amarillo, que hay un tono de ocre llamado panzaborrico y que los mejores pinceles tienen las cerdas hechas con los pelillos de las orejas de los cerdos.
Bajo tu atención, di mis primeras pinceladas con óleo, primero sobre tabla, después sobre lienzo. Fue entonces cuando descubrí que no me gustaba dibujar caras, y que soy malísima dibujando manos, que me encanta pringarme de pintura y el olor de la trementina, que se me pasan las horas delante de un lienzo como si fueran un suspiro y mil cosas más, que estoy convencida que sabes.
De momento está pintado con un rotulador, pero en breve espero poder hacerlo realidad, y es q no se me ha ocurrido mejor manera que recordarte que llevarte conmigo en este pequeño pincel.
Estés donde estés, espero que sigas pintando. Pinceles tristes por ti, Violeta.